El nuevo barrio esta muy lindo, muy verde, cerca de un parque natural donde hay wallabies, canguros y cacatuas (de las blancas y rosadas) en vida silvestre, todo esta bien, todo lindo, pero tiene un inconveniente, esta lejos de todo.
El ser nuevo una vez mas en un nuevo país implica pagar el respectivo derecho de piso. Este derecho se refleja en muchas maneras, pagar un poco mas de impuestos que un residente o ciudadano, pagar mas por un seguro médico y en general comprobar a prueba y error la contratación de servicios o la compra de productos. En si mismo la experiencia no es mala o frustrante sino inherentemente cara.
Parte de ese derecho de piso incluye que hasta que no tengamos licencia de conducir australiana las opciones de transporte se limita obviamente al bus, el metro y el taxi. Asi que para persiguir la chuleta de todos los días es la ruta 381 que me lleva diaramente a esa persecución.
Siendo un nieto (por parte de los dos abuelos) e hijo de ejidatario (vende hectáreas, compra al tiempo, vende y come cuando hay… viejo chiste familiar, sorry) no aspiro a los excesos y trivialidades de la vida moderna asi que soy feliz que mi diario carruaje sea la ruta 381 que cubre el suburbio de The Gap al centro de Brisbane. Los 110 minutos de transporte diaramente dedicados son un breve impasse que me permite prepararme por las mañanas a la australiana exigencia de la vida laboral y mejor aun me dan un vespertino margen a enfrenter las charrúas exigencias de un hijo que tiene ínfulas de Donald Trump, por aquello de lo mandón.
Yo la tengo claro, el 381 me lleva puntual y diaramente a las 6:30 PM al verdadero reto de todos los dias.
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