Exactamente a una semana de haber arribado a Australia las actividades se han invertido principalmente a cuestiones mundanas de la vida moderna. Abrir cuenta de banco, buscar seguro médico, buscar casa y lamentablemente trabajar.
A pesar de iniciales exploraciones citadinas del primer fin de semana que implicó recorridos a través del río Brisbane en ferries que sirven de transporte público llamados CityCat no hemos hecho mas turismo que ese. Sin embargo, la búsqueda de un refugio permanente nos ha servido en buena medida para conocer los diferentes suburbios de Brisbane.
La ciudad propiamente dicho es una selva. Cuando leí sobre Brisbane y su condición de subtropical no me imagine la magnitud de ser “subtropical”. Abundante vegetación, abundantes bichos, abundante humedad.
A una semana de haber llegado a la principal ciudad de Queensland no hemos visto nada de la típica fauna asutraliana dígase Canguros, Koalas o Cocodrilos.Sin embargo tenemos visitantes muy peculiares cada noche, murciélagos frutívoros con mas de un metro de envergadura que llenan los atardeceres de Brisbane.
El charrumaco los encuentra increíblemente simpáticos y los espera puntualmente en los atardeceres a que pasen por el quinto piso del apartamento donde temporalmente residimos. En su inagotable generosidad deja parte de sus manzanas y demas frutas en la terraza con la esperanza de conocer a alguna murciélago local personalmente. En su lógico pensar deberán llevarse bien pues su salto a la farándula fue como un murciélgo en la obra de fin de año de su colegio hace un año atrás.
A pesar de mis esfuerzos de explicar que estos animales propagan la rabia el charrumaco los encuentra aún más atractivos, sobre todo lo de tirar baba por la boca. De hecho ya lo vi practicando el babeo que le asegurará brillar en la sociedad quiróptera australiana. Definitivamente hay gente pa' todo.
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