Gatos, deportes y viajes son sustantivos en lo que deposito mis mundanos placeres personales, pero si debo ser honesto falta unos más, uno que inegáblemente le pone un sazón especial a eventos y momentos, el cuarto miembro hedonístico de mis placeres es la cerveza. No el vino, ya sea en alguna de sus presentaciones, carmesi, blanco, rosado o verde; no el licor, sea de malta, centeno o maguey y no los azucarados cocteles. Lo mio, lo mio es la amargura de una cerveza.
Puede ser porter, ale, lager, pilsner, stout, pale ale, india pale ale para todas tengo y todas tienen un lugar especial en este maltero corazón. Mi gusto, casi pasión por esta bebida ambarina, me hace un osado catador cervecero, soy un confeso coleccionista de sus sabores.
Mi último paso en búsqueda de la ámbar iluminación, fue empezar a preparar mis propios sabores, al fermentar, embotellar y degustar mis propias recetas.
Soy un neófito del asunto, pero entusiasmo hay. Como todo camino al zen tengo mi guía espiritual, mi sensei, el pastor cervecero que me ha enseñado el arte y el secreto bacterial de los azúcares, la levadura y el subsequente alcohol. Ha sido Dago en Australia el que me ha llevado por los senderos de la rebeldía cervecera y me ha liberado del convencionalismo comercial de las marcas tradicionales. Siguiendo sus pasos he tenido aciertos y fallos pero como todas la sudé, todas las tomo.
Las recetas no dejan de ser originales pues los procesos de coción y las temperaturas de fermentación varian de las recetas y con eso en mente y con ganas de retar la propiedad intelectual, me atreví a bautizar las 2 cervezas producidas hasta el momento como Tetanchopo y Cohurimpo. Los barrios de nacimiento de mis padres, después de todo, todo inicio con ellos. Salud!
Leave a Reply