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Y fue así que coyunturalmente llegué a Shanghai. Si no le entiende lea el post anterior.
A China llegué a trabajar. Yo no lo pedí, tampoco puse los motivos, simplemente se presentó esas casualidades de la vida que hicieron que tiempo y espacio coincidieran para poder ir al gran premio de Shanghai.
No quiere decir que la logística fuera automática. Tiene su chiste moverse para un no mandarín parlante de Beijing a Shanghai. Aunque a China había llegado con boleto, hotel y vuelo de regreso de Shanghai a Beijing, la llegada a Shanghai no estaba resuelta. Quería experimentar la última gran obra de la ingeniería china, el tren rápido de Beijing a Shanghai. Casi 1500 kilómetros hechos en menos de 5 horas aún con 10 paradas en el camino. El tren avanza suavemente en un promedio de 300 km/h y es una buena oportunidad de ver la campiña china. A pesar que los chinos no la ponen fácil logré conseguir el boleto. Fue en base a punta de señas y buena voluntad de ambas partes del mostrador que logré el deseado boletito.
Beijing y Shanghai son como hermanos, el primero es primogénito, el segundo como buen segundo goza de la no-responsabilidad de no ser el primero. Beijing es serio, organizado, majestuoso, culturalmente apropiado y digno. La plaza de Tiananmen guarda los poderes políticos, la ciudad prohibida comprime su milenaria historia en 720,000 m2 y la muralla china es un simple recordatorio de la testarudez de este pueblo que puede mover masas (y piedras) para lograr lo que sea, así sea mandar a su nacional 53 años después al espacio.
Shanghai es descarada, tiene luz y vida no por nada es la capital financiera de este país. El Pudong, su zona financiera y moderna, es un Manhattan en Oriente. Un Manhattan construido de la nada, con una planeación y urbanismo perfecto que evoca un área futurista aunque ese futuro pareciera inspirado por la caricatura de los supersónicos y viendo al futuro desde los años 60s.
Así fue que después de una semana de trabajo en Beijing me fui en tren a Shanghai para ver la F1. Aunque las comparaciones son odiosas no puedo dejar de poner el Grand Prix de Australia contra el de China frente a frente. Para hacerla fácil y resumida los pros de uno son los cons del otro.
Los pros del Grand Prix de China
– El diseño del circuito es espectacular. Las tribunas son altas y te permite ver acción en 70% del trazado.
– Mas pantallas gigantes donde seguir la carrera
… y ya no tengo mas pros!
Los cons
– No hay suficiente actividad extra pista. Los australianos llenan 4 días con conciertos, exhibiciones y demás actividades “off track”
– Nadie respeta los espacios. Se sientan en los pasillos y se paran en las varandas de la primera fila. Toca ver el evento de pie.
– Está a 45 minutos del centro de la ciudad con un solo transporte público, la línea 11 del metro. Llegar y salir requiere planeación y paciencia.
– No hay frecuencia FM para seguir la carrera en Inglés con los auriculares.
Pero de ser honesto los pro compensa muy bien los cons. En Australia la acción se limita muy cerca a nivel del piso lo cual es natural ya que Albert Park es acondicionada como pista de carrera. Los australianos compensan esto con la diversidad de actividades extra pista que realmente puede llenar la agenda a cualquiera.
En cuanto a la competencia el desempeño de Sergio “Checo” Perez y Esteban Gutierrez fue casi una copia al carbón de Australia, no hubo ni siquiera un punto rescatado para celebrar.
Para los tenochcas convocados en el Shanghai International Circuit no amedrentamos nuestro gregario gusto de echar la chorcha en la bola. Así fueran estudiantes de comercio internacional, profesionales trabajando en la industria automotriz, familias de expatriados o como yo almas perdidas que vinieron exclusivamente al evento deportivo, todos compartieron a su manera la mexicanidad con un servidor. Es increíble lo que puede venir después de un “Quibo Paisano” y la obligada pregunta subsecuente es “De donde eres?”. A pesar de lo duro, corrijo, de lo tupido que nos ha tocado en los últimos años, seguimos acercándonos en el extranjero sin pensar mucho en los antecedentes políticos, económicos y hasta judiciales cosa que en el terruño nacional hoy en día es impensable darle los mínimos datos a un extraño, al menos acá en China todos nos movemos con la guardia baja.
Es así que un evento netamente deportivo termine para mi, un sociólogo y antropólogo frustrado como un fenómeno social.
Quedo feliz, es una joya ver un pedacito de historia en lugares remotos y compartir por minutos con los extraños y casi todos afables conacionales y ver a través de su prisma lo que yo dejé hace casi 10 años atrás.
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